jueves, 1 de noviembre de 2012

ABZURDAH

Así soy: extremista hasta límites insospechados. Siempre pienso que la gente me quiere abandonar o engañar o simplemente desconfía de mí. Ese “gorda, nunca me vas a perder” era el sustento con menos sentido que alguna vez me hubiese sostenido. Sabía que era una frase mentirosa para cambiar de etapa, es decir, para dejar de llorar y empezar a coger; pero, de todas maneras, era lo único que me quedaba. Esa frase era mi único sustento. Y aunque ya tenía casi un año de antigüedad, cabía perfectamente en el presente: yo no quería que me deje e iba a recordárselo si era necesario. Además, amo congelar frases. Suponía en ese entonces, o quería suponer, que frases como aquella no tenían fecha de caducidad. Y sin embargo...

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