"Todo en mí me daba signos de inestabilidad, de odio supremo hacia mí misma. Aunque estaba en paz, necesitaba algo de acción. Y no quiero decir que busque los problemas, es algo que yace más allá del límite entre lo moral e inmoral, lo bueno o destructivo para uno. Va más allá de un límite, de cualquiera de ellos. Cuando no estaba con él me sentía en paz, pero en todo caso las plantas también son pacíficas y libres ¿verdad? Era más bien un vegetal sincronizado con un horario universitario, que reía más de lo que se le pedía solo por no preocupar a terceros. Era una maldita planta, un mentiroso y sucio vegetal. Claro, él me había enseñado a mentir como si fuese un arte: me instruyó entusiasta y delicadamente. Casi sin saberlo, era una perfecta mentirosa. Una maldita mitómana."
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