Tengo el puto vicio de perderme en las alturas, porque en la tierra no puedo ni caminar.
Y es a eso a lo que más le temes, porque cuando llegaste esa noche
disfrazado de monstruo, levanté la vista para encontrarme con el pasado.
No nos apresuremos a andar, si los minutos están contados; no precisamente,
me respondes. Cuando el reflejo de lo que fue y lo que será choque con mi cuerpo,
como ola avasallante nos moveremos con el viento. Y así despegará mi cuerpo,
mis zapatos del asfalto. Aunque no seamos copia de lo que nos rodea,
me asusta. Me marcho. Miedo. Adiós.
Y en qué nos convertimos, querido amigo? Este árbol de la vida se está marchitando;
mi cuerpo pierde las hojas. Recostados sobre estos recuerdos tan incómodos,
nos encontramos nuevamente. Levanto la vista una vez más, pero ya no quiero abrir los ojos.
Revoltijos de esperanza, adiós a estos cuerpos. Colores esfumantes se entrelazan
con nosotros; no es momento de pensar. Es momento de vivir.
y no me importa si me entiendes
o no.
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