miércoles, 26 de diciembre de 2012

50 SHADES OF GREY


—Bueno, veremos qué podemos hacer —me dice en voz baja, desafiante, en un tono de amenaza exquisitamente sensual.
Se desabrocha los botones de los vaqueros y se los quita despacio sin apartar los ojos de los míos. Se inclina sobre mí, me agarra de los tobillos, me separa rápidamente las piernas y avanza por la cama entre ellas. Se queda suspendido encima de mí. Me retuerzo de deseo.
—No te muevas —murmura.
Se inclina, me besa la parte interior de un muslo y va subiendo, sin dejar de besarme, hasta mis bragas de encaje.
Ay... No puedo quedarme quieta. ¿Cómo no voy a moverme? Me retuerzo debajo de él.
Vamos a tener que trabajar para que aprendas a quedarte quieta, nena.

(Nada, hay días en los que me acuerdo de vos)

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