viernes, 21 de julio de 2023

Día del amigo

Ayer me escribieron algunas personas por el día del amigo. Respondí los mensajes casi protocolarmente; jamás fui devoto de las efemérides. Sin embargo, no puedo obviar admitir que aproveché la ocasión para reparar un poco en la amistad y su significado. Y como a Hansel y Gretel, las migas me llevan inequívocamente a un único lugar.


Es cierto que mucho de lo que nos acercó últimamente es futuro, es esperanza, es anhelo, vive en el mañana. Sí, es verdad. Pero está montado sobre algo. Sobre algo que claramente es sólido, robusto. Sobre lo que facilita cualquier posibilidad de proyección. Es la cama donde soñamos.


No podemos definir la amistad. La sentimos profundamente y en el mejor de los casos atinamos a aportar alguna palabra que nos deje entrever que compartimos algún significado. Sería algo más simple referirla a la confianza, a la compañía o a la constancia. Es un poco de eso, pero también es más. Creo que son personas específicas, vínculos concretos. Nos hablan de amistad y pensamos en alguien. Pensamos en ese refugio a nuestra soledad, en ese espejo de nuestro reflejo, acaso también en esa figurita repetida que nos encanta volver a encontrar cuando abrimos (siempre el mismo) paquete. Siempre es alguien.


Ese alguien es siempre el embodiment de ese cúmulo perfecto de sensaciones, de ese conjunto exacto de sentimientos. Es la misma respuesta a la misma pregunta. Es la llave del portón por donde todo pasa.


Borges decía: Yo diría que el amor no puede prescindir de la amistad. Si el amor prescinde de la amistad es una forma de locura.


Nosotros tenemos eso con lo que que otros apenas sueñan. Sigamos disfrutándolo.


Te quiero tanto, mi gran amiga.

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