viernes, 10 de diciembre de 2010

PEQUEÑA PECERA AL COSTADO DE MI VIDA

Mis pequeños pecesitos, que dan vueltas en un costado de mi página. Pecesitos, todos negros y uno diferente que se destaca de los demás solo por el simple hecho de haber nacido así. Pecesitos, me siento responsable por ellos. Me gustaría poder darles un espacio más grande, pero LA internet no me deja. Mi computadora los tiene ahí todo el día, así puedo darles de comer. Nose, supongo que son como.. No podría explicarlo. Son como la única cosa que depende de mí, aunque ni siquiera sean reales. Imagino que tienen personalidades y sentimientos. Y hasta podría decir que me molesta verlos en ese espacio tan limitado toda su existencia. ¿No pueden nada más salir? ¿No tienen aspiraciones a una vida mejor? ¿Qué pasa si mis pequeños pecesitos desearan ir al mar? Ser libres, ¿podría renunciar a ellos? Están constantemente en movimiento, dando vueltas sobre su propio eje. ¿Cómo no quererlos si ellos dependen de mí? Apenas entro, parece que se alegran. Me siguen, y los alimento. Dependen de mí. Alguien -o algo, aunque sea una criatura cibernética- desea que yo aparezca en su día para que sea un poquito más interesante. Me gusta verlos, son mis orgullos chiquititos.
¿Qué otra cosa te podría contar extraña de mí? Ah, sí. Hoy siento unas verdaderas ganas de andar escribiendo por acá de lo mucho que me gusta esta vida de mierda, de lo mucho que me gusta salir y sentir el sol en mi piel, de lo mucho que disfruto mi libertad. Me compré un maravilloso cuaderno donde anoto las maravillosas cosas que se me pasan por la cabeza mientras estoy caminando por el maravilloso mundo que me rodea. Lástima que las palabras que aparecen ahí no son nada maravillosas. Empiezo a escribir a mano porque sinceramente no me gusta nada tener que esperar hasta llegar a mi casa para poder escribir lo que pienso, y sé que la mayoría de las personas normales -o lo que se podría decir normal- no tiene esta extraña necesidad de escribir cada momento de su vida, o cada palabra que se le pasa por la cabeza; pero es algo que realmente necesito. Necesito, ésa es la palabra. Aunque, a decir verdad, no sé cuál es exactamente mi necesidad, ya que no voy a morir por no escribir alguna clase de sentimiento que se me presente; pero es algo que me alivia momentáneamente. ¿Voy a ser una de esas personas que se sientan en una esquina del salón, absolutamente solas, escribiendo todo el día autistamente lo horrible que me siento? No, la verdad es que no. Hay cosas felices y tristes, hay canciones y dibujos. Simplemente mi vida plasmada en un cuaderno de tapa blanca. Mi vida, mis pensamientos, mis secretos, mis relaciones, mis sentimientos, mis locuras y mis verdades plasmadas en interminables renglones llenos de palabras. Supongo que no tiene ningún tipo de sentido que esté escribiendo acá que me compré un cuaderno para seguir escribiendo.. Pero tampoco nadie obliga a nadie a leer. Por lo tanto, si alguien está leyendo esto - que la verdad es que lo creo MUY poco probable - si no le interesa, puede dejar de leer. Porque generalmente digo cosas para nada interesantes; cuento experiencias de mi pasado y veo las cosas desde diferentes puntos de vista todos los días. Entonces, ¿cuál es el punto de seguir leyendo esto, si sabes que ni siquiera me conocés? Sé que crees que me conocés, solo por el simple hecho de estar leyendo cada inutilidad que se me pasa por la cabeza, pero en realidad lo único que lees es lo que yo elijo que leas. En fin, resumiendo esto; no entiendo para qué lo estoy escribiendo. No entiendo cuál es el sentido de publicarlo en internet, donde todo es tan impersonal y todos piensan que por hablar por este medio asqueroso se conocen y son mejores amigos. ¿Por qué tengo escritos más de cien renglones en algo que no tiene sentido y que da vueltas sin parar? Mis pensamientos dan vueltas como mis pecesitos al costado de esta página. 
Me gustaría ser como los pájaros que están atrás de estos textos sin sentido aparente. Me encanta mirarlos volar, sobre el fondo blanco. Vuelan sobre la nada, la nada misma. Vuelan lejos de todos los problemas; si algo es doloroso, extienden sus alas y vuelan lejos. Más lejos que todos los lugares a donde yo haya ido. Se alejan, vuelan y escapan. Los envidio. Yo soy ancla, estoy atada al piso. Maldita gravedad. Estoy atada a los problemas, sin escapatoria. ¿Qué no daría por tener un par de alas igualitas a esas? Cuando sea grande, quiero ser pájaro. Si todo lo que va, viene .. Yo quisiera ser pájaro. Desearía poder sentir el viento que me eleva más allá de todo mal, a la soledad del cielo, del aire; la frescura del viento recorriendo cada espacio libre entre mis plumas. Sentir como mi corazón se acelera a medida que me voy alejando del suelo, a medida que me voy alejando de mis problemas. Mientras más alto esté, más intocable voy a ser. Supongo que éste es un juego que jugamos todos, no? ¿Quién no quisiera estar libre de toda culpa? Me gustaría sentirme mejor, pero sé que hay personas que se sienten mucho peor. ¿Te importaría saber que ya ni siquiera puedo dormir bien a la noche por pensar en toda esta mierda? La verdad, me cansé de pretender que todo esta bien entre nosotros, que todo sigue como antes y que puedo verte con una sonrisa en la cara. Para ser sincera, me parecés la peor mierda que este planeta puede soportar sobre su superficie. No entiendo cómo alguien puede jugar tanto con los sentimientos de las personas que 'le importan'.  Pero basta! Hoy no es precisamente el día para hablar de vos y de tu asquerosa presencia que ya no tengo el gusto de sentir. Hoy estoy para hablar de mí, de mi mundo y -thanks- no estás en él. Mí mundo; este mundo perfecto que creo yo, entre el espacio que existe acá y mis hojas de cuaderno. En mí mundo solo existen las palabras, en mi mundo no hay malas acciones, en mi mundo no existe el engaño y mucho menos en mi mundo no existís vos. 
Solo están los dos personajes de mi libro, cuaderno, bitácora, memorias o como cualquiera quiera decirle. Paso a explicar: depende lo que escriba es el personaje que sale. Hay veces que Anita me acompaña. Anita es una mexicana de 19 años de edad, no es muy extrovertida pero siempre tiene algún comentario interesante para hacer. Es hermosa, aunque tenga el autoestima muy baja. Todos quieren tenerla, pero ella no pertenece a nadie. Tiene un grave problema de identidad y generalmente no se entiende ni ella. Me ayuda mucho cuando me siento sola y confundida, porque por lo menos ambas entendemos que no existe nadie como nosotras. Por lo menos no estamos solas en el universo. Por otro lado, existe Joe; Joe Bennet. Personaje sacado de una serie que amo, todo seductor con esa voz tan grave y unos ojos negros. En fin, él es lo más esperable de un hombre. En realidad, es mi estereotipo de hombre. Totalmente creído que él es el centro del universo, mujeriego -no puede controlarlo- , mentiroso, pero a la vez increíblemente tierno. Tampoco sabe muy bien qué es lo que quiere, pero sabe que quiere más. Que lo natural no es suficiente. Ellos salen de mi cuerpo cuando escribo, son diferentes personajes que me acompañan a través de todas estas situaciones. Puedo llorar toda la noche con Anita, o puedo hacer el amor con Joe. Lloramos todos juntos, mientras mi mamá también lloraba. En fin, son mis personajes ficticios que a medida que pasan los años se hacen cada vez más reales; hasta llegar el punto en el que casi podría llegar a verlos. ¿Estoy demasiado grande para tener amigos imaginarios? No hay necesidad de decirles así, son personas totalmente independientes, con pensamientos, sentimientos y personalidades distintas que cobran vida cuando mis manos se acercan al teclado o cuando simplemente escribo a lápiz. Hay noches en las que me ayudan a evitar mi enemigo, hay otras en las que ellos me alientan a morir. ¿Por qué sigo creyendo en estas cosas? ¿Por qué me aferro a unos puntitos de colores que se mueven sin sentido, creados por una persona cualquiera que pensaba en decorar una página y mágicamente pensó que hacer peces nadando sobre un fondo sería una buena idea? ¿Por qué entiendo que estas cosas no son de gente normal, y sin embargo sigo pensando en ellas? ¿Por qué disfruto tanto de una canción sin letra tocada en el piano? ¿Por qué tengo tantas preguntas en mi cabeza y ninguna respuesta? ¿Por qué no puedo simplemente conformarme con lo superficial, lo normal, lo ajeno a mi, lo común? Para terminar, hay días que me siento como una loca de mierda. Hay otros -como mañana- que tengo que fingir que soy la persona más inteligente del universo para aprobar un maldito examen. 

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