miércoles, 16 de marzo de 2011
OUCH, I HAVE LOST MYSELF AGAIN. LOST MYSELF AND I AM NOWHERE TO BE FOUND -
Ella me gritó: ¿Por qué simplemente no me quiere?! No pude contenerla, me paralicé. ¿Qué decirle? ¿Cómo podría explicarle que me había encontrado en la misma situación, meses atrás? ¿Cómo convencerla de que la entendía; pero que no podía saber la solución? ¿Cómo -entre miles de palabras- elegir la correcta para decir en una situación así? Después lloró. Lloró y se recostó en el suelo cual nene de 8 años haciendo un berrinche. Sentada en la mitad de la calle esa noche, ella lloró y gritó. Y yo ahí parada como estatua, simplemente mirándola. Mi cabeza se imaginaba millones de formas de reaccionar, pero mi cuerpo, mis labios, mis brazos y piernas se encontraban duros, paralizados, estáticos, inmutables. La ví llorar de dolor mientras que sus palabras desgarraban cada parte cuerda que me quedaba. No pude hacer más que llorar. Encontré tanto de mí en ella. EL parecido era innegable; el dolor, casi palpable. Me encontré en frente de un espejo. Me vi reflejada en cada lágrima, cada sentimiento, cada palabra, cada golpe, cada gesto y expresión, cada pensamiento, cada mirada, cada movimiento, cada aliento, cada paso y vuelta. Únicamente pude sentarme y observarla mientras sus sueños y esperanzas se escapaban a motor, dejando un rastro de luz detrás. Solamente pude abrazarla y sentirme cerca. Solamente pude abrazar a esa chica, a esa chica que era yo hace medio año. Quería ser esa mano, ese abrazo, ese consuelo, esa palabra que necesitaba; pero lamentablemente no era la persona indicada. Me estremece saber que no era yo quien se lo podía decir. Me estremece saber que la persona que lo causa es la única persona que podría sanarlo.
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