Son estas noches como hoy, las que me siento en frente de una pantalla, mientras una dulce melodía de piano recorre los auriculares hasta llegar a mi alma. Con cuanta claridad puedo ver las cosas ahora; puedo ver que me encuentro parada en el medio de una neblina espesa, parada en el mismo punto que ayer.
Tengo la presión de ser el modelo de hija perfecta, estudiante que aprueba sin problemas, bailarina apasionada, dibujante perfecta, compañera excepcional, amiga incansable.. simplemente persona perfecta. Lamento informarles que ésto no es otra cosa más que una simple máscara. Lo que hay detrás no es nada agradable a la vista.
Me encantaría poder decir que en realidad soy así, pero la verdad es que me encuentro muy lejos de ese lugar. Soy un ser humano que tiene la dicha -o la desgracia- de saber cómo es, y de saber que necesita esconderse para no lastimar a nadie.
Días como ayer, cuando terceros sufren por mí, es cuando me dan ganas de dejar de existir. Me veo en el espejo y sé que no vale la pena. Es cierto que no todo el tiempo es así, también hay momentos en los que la felicidad rodea mi entorno, y esbozo una sonrisa. Pero entiendo que por dentro todavía me quedan muchos asuntos sin resolver; asuntos que tengo que consultar con mi música, con el cuchillo y con la almohada. CHAU
(algunos días me gustaría ser simplemente normal)
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